La segunda casa, amistad, valores…
El Cefe, deja en cada persona que llega, experiencias e historias que marcan el inicio de esa forma de ser tan característica, de alguien que forma parte de ésta familia…
Esa característica que debería estar en cada ser, para que el planeta sea un lugar mejor.
Hablo de la Solidaridad. Alguien solidario en la sociedad tiene la mitad del camino hecho. ¿Por qué? Ayudando al resto uno gana experiencias y valores que en el día a día, hacen que sea todo un poquito mejor que antes.
Un día en el Cefe, es emoción, contención y risas. Al cruzar el portón, todos los males desaparecen para convertirse en alegrías. Algo así como… ¡Magia!
¿Magia dije?... ¡Sí! ¡Magia!
El grupo, los grupos que allí trabajan, no sólo se preocupan en aprender y divertirse. Son contenció
El Cefe, lugar santo, lugar espiritual. María y Ceferino te reciben con los brazos abiertos desde que llegas, incluso antes de acercarte a la puerta. El portón siempre abierto, esperándote, te invita, te dice bienvenido a la casa de todos, a tu casa. La placita te recuerda a tu infancia, los juegos de tu niñez. Desde la cocina el mate cocido de la tarde y una merienda por la que vale la pena esperar.
El patio grande, se extiende a lo largo de la cuadra e invita a jugar, llama a hacer actividades, a juntarse con otros, a hacer amigos que van a durar toda la vida. Porque es un hecho que así será. Más allá, más patio. Recuerdo las tardes jugando en el barro, terminando felices y más unidas que nunca.
Por dentro del edificio las aulas arriba, miles de lecciones aprendidas, cientos de dinámicas aplicadas, tantos aprendizajes repartidos. La casa de los curas, ahora desocupada, que guarda tantas memorias de otros tiempos, tiempos dorados.
Por abajo la sala de juegos. Son muchos los eventos realizados en ellas, los ensayos de navidades criollas, las veces en que se envolvieron juguetes y se juntó ropa.
Y por último y lo más importante del Cefe, de nuestra casa, la capilla. Lugar sagrado donde nos espera nuestro padre Dios. Siempre cuidándonos, siempre atento, nunca lejano. Esperándonos en cada eucaristía, en cada adoración. Esperando en lo secreto a que nos acerquemos a orarle, a conversar con él. Quien mandó a su hijo para quedarse por siempre con nosotros, quien formó a los santos para que nos acompañarán, quien nos dió a su mamá María para que nos protegiera. Nuestro padre es el centro de nuestro querido Cefe. Él es el corazón de nuestra querida casa, el centro juvenil salesiano Ceferino Namuncurá.
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